Narrador
Ese mismo día en la noche en la casa del Abogado Pablo Giesler;
su familia se prepara para la cena. Eduard el más pequeño de sus hijos está como
siempre en su cuarto jugando Xbox, sus hermanos Pedro y Camila, mayores, están
en la sala con sus celulares. Andrea su Mamá, les pide que saquen la basura
mientras ella termina de preparar la comida, pero ellos concentrados en sus
celulares parecen no darse cuenta de la solicitud de Mamá, así que ella lo hace
sin insistirles. Después que Pedro ve que su Mamá sale con la basura, le dice a
Camila que si al fin van a “caer” a la finca de “Piqui” por las “cositas”. Camila le responde que sí pero que no pueden decirle a su
Mamá que lo van a hacer; - pues
le decimos que vamos a donde Martín a parchar un rato (dice Pedro).
Después de terminar la cena, los chicos en efecto dicen a
su Mamá que van para donde su amigo Martín. – ¿y qué van a hacer hoy lunes allá? (pregunta Andrea). - Mamá vamos a estar un rato van a caer otros
amigos del colegio, aún no tenemos trabajos ni mucho que hacer, apenas está
empezando el año (responde Pedro). - Ok,
está bien pero llévense a Eduard, se la pasa encerrado con ese videojuego que
salga a ver si se “desemboba” de esa “maricada” (impera Andrea). - No, se pone a molestar y a llamar la
atención, no vamos a poder hacer nada. (Afirma Camila). No me importa, es la condición para salir
hoy lunes (responde Andrea).
Pedro sube al cuarto de Eduard empuja la puerta y saca un
chaqueta del closet – nos vamos chino,
póngase esa chaqueta rápido (Pedro). - ¿A dónde? no quiero salir, no ve que
estoy jugando guevón (Eduard). - no me importa, es una orden de mi mamá… si no lo llevamos no podemos salir y acuérdese
lo que hizo en colegio hoy, si no quiere que le contemos a mi Mamá póngase esa
chaqueta y salga de una (Pedro).
Los chicos salen en su carro hacia el batallón, lugar
donde se citaron con los demás a las diez de la noche. Cuando llegan allí solo
está Martín con una lata de cerveza en la mano. Entonces se acerca al carro: – ¿saben algo de María y Daniel?
(pregunta Martín) – nada (dice
Pedro) - hola “Marto” (interrumpe
Eduard desde el puesto de atrás del carro). - Y este chino qué hace acá, no es plan de familia (Martín). – Yo sé marica, pero mi Mamá nos puso problema
al salir y él fue la única alternativa para hacerlo (Pedro).
Llegan María y Daniel en el carro de María. - No podemos ir en dos carros es mucho “visaje”… y además se trajeron al
“baby”, “paseo de olla pues”, que maricas
(María). – Cálmate “baby”, yo me hago
cargo. ¡Ey! que linda estás, esta es la noche (Pedro). - Noche de qué guevón (María).
Finalmente se van en ambos carros; Pedro, Camila y
Eduard; y María, Daniel y Martín. El sitio es a unos quince minutos de allí. En
la mitad del camino, mientras los dos carros van uno tras otro, Daniel llama a
Camila; - dice María que es mejor no
parquear los dos carros juntos, y obvio no vamos a entrar por la puerta de la
finca, nos vamos a meter por una borde de la vía mucho más arriba de donde está
la casa. Así que nosotros en un punto seguimos y ustedes se quedan abajo; yo
les hago “señas en donde” para que parqueen y de ahí nosotros subimos un toque
más, y nos vemos en el “guadual” que se ve desde la vía, ahí dice María que es
donde “Piqui” guardaba las “cositas”.
Unos minutos después al llegar al lugar y después que
Daniel les hiciera señas para que parquearan Pedro mira al cielo; está muy
nublado, la noche es oscura, se escucha la quebrada que pasa cerca, y se ve a
lo lejos el “guadual” tupido meciéndose suave entre el viento. - esperemos que paren y parqueen, cuando
se bajen nosotros también, y caminamos al “guadual” por ese camino que se ve
ahí (Pedro). - Camila yo no quiero ir, está muy oscuro (Eduard). - Vamos chino, todo bien, vamos por unas
cosas y regresamos, si te quedas en el carro solo, te dará más miedo, ¿no? (Camila). Eduard acepta y sale con ellos, después
que María, Daniel y Martín salen más arriba del otro carro.
Pedro toma el camino de la quebrada, Camila nota a Eduard
más asustado - Relax chino. (Camila). Pedro lidera y Camila atrás, Eduard en
medio. Después de subir de la quebrada, el camino los lleva a un pequeño bosque
de árboles altos. Se ven obligados a encender las linternas de sus celulares;
cuanto más se acercan al “guadual” la vegetación se vuelve más alta y corta la
poca luz que llega del cielo. Del otro lado; María, Daniel y Martín van más
tranquilos caminan mientras ríen y toman cerveza, por ese lado el camino está
más despejado. En un momento María nota las luces de los celulares del otro
grupo, unos perros empiezan a ladrar; -
¡que Maricas! (María escribe un whatsapp inmediatamente a Pedro: “guevón apaguen la luces, ¡que visaje!”).
Pero Pedro no lo ve porque está pendiente de no perder el camino. Una de las
luces de la casa se enciende.
Luces
Perdidas
24 = 15
Las pequeñas luces parecen penetrar la oscuridad que
guardan los gigantes, pero el crujido de sus pasos en la maleza no es una buena
señal. Ellos, observan desde arriba mientras la poca luz de la noche choca y
muere en sus ramas. Las luces empiezan a moverse descontroladas buscando una
salida, se tornan inquietas. Los gigantes juegan, ellas empiezan a dar vueltas
sin rumbo concreto; no lo saben, están perdidas. La oscuridad toma el control
con la complicidad de los gigantes. Las luces se empiezan a apagar, están
perdiendo el aliento o la batería; se están empezando a dar cuenta. Después de
caminar en círculo por 24 “microhoras”, los gigantes abren sus ramas, entra
algo de la luz de la noche y ellas logran llegar”.
Narrador
- Por qué no apagaron las luces cuando les
envíe el mensaje (María), - apenas
veo el mensaje y además estaba muy oscuro, y cada vez lo fue más. Nos perdimos,
pensé que se habían ido porque pasamos mucho tiempo ahí, según mi reloj fueron veinte
cuatro horas (Pedro), - marica pero
de qué yerba tiene, ¡deme!, solo han pasado quince minutos ¡guevón! (María).
Pedro mira a su hermana Camila sorprendido; - lo que sea, pero esa luz de la casa no se ha apagado, será que se dieron
cuenta que estamos acá (Daniel). -
Entremos de una vez, la caleta, según recuerdo, no está muy adentro del “guadual”,
es breve no es necesario que entremos todos; Pedro, Dani, ¿me acompañan? (María).
Entran los tres al “guadual”, mientras que Camila, Eduard y Martín se quedan
afuera esperando, vigilando que el mayordomo de la finca no aparezca; la luz de
su casa sigue encendida.
María lidera el ingreso, es un “guadual” grande de
guaduas altas y más gruesas de lo que se acostumbra en la zona, la simetría con
la que están dispuestas se hace extraña a la disposición normal de las mismas,
además tiene una especie de maleza de gran espesura entre cada guadua. - parce esto parece un puto laberinto estas
putas guaduas son todas iguales y están muy parejas, no me acuerdo que fuera
tan grande y de esta manera, pero creo que ya casi llegamos (María). Después de unos minutos dentro del “guadual”, María
encuentra la caleta de “Piqui”, está en el mismo lugar donde la vio la última vez que estuvo
allí. La toman y regresan con sus amigos que esperan en silencio y con las
linternas apagadas para no despertar sospechas con el mayordomo. La luz de la
finca ya está apagada y todo parece tranquilo. - bueno, y ¿cómo vamos a repartir las cositas? (Martín). – yo me voy a quedar con esto (saca casi el total de las drogas) porque traje mi carro y porque yo era la única que sabía dónde estaba la caleta, y ustedes con el resto (María).- ¡ni mierda! María (Martín). - Nosotros también trajimos nuestro carro María, Camila y yo nos quedamos
con la mitad y la otra mitad se la reparten ustedes(Pedro).
Daniel está ajeno a la discusión, parece no importarle. En
ese momento el viento se vuelve muy fuerte y hace que el “guadual” empiece a
moverse haciendo sonar sus ramas, él es el único en notarlo. Martín le arrebata
las drogas a María y la empuja haciéndola caer al suelo. Inmediatamente
Pedro interviene dándole un fuerte puño en la cara a Martín, y este cae al
suelo sangrando por sus labios. No la
vuelva a tocar “hijueputa” (Pedro), María sorprendida, más por la actitud
de Pedro que por el empujón de Martín, lo mira desde el suelo.
Las luces de la casa de la finca empiezan a prender y a
pagar lo mismo que las de las linternas de todos sus celulares, se escucha un
fuerte sonido desde dentro del “guadual”. –
jueputa ¿qué fue eso? (Pedro). Se escuchan ramas moverse atrás. - todo bien ya nos vamos si quiere dejamos
las drogas acá, ¡todo bien! (Grita María desde el suelo). Nuevamente se
escucha el sonido dentro del “guadual” pero esta vez más fuerte y sostenido. - yo me abro marica, suerte… (Martín), y
corre solo. Después todos hacen los mismo, dejando las drogas tiradas en el
piso y a Eduard, que mira hacia dentro del “guadual” paralizado. Sin embargo
Daniel regresa rápidamente por él, lo toma y corren hacia algún lado.
No muy lejos Daniel se golpea el hombro con la rama de un
árbol y cae al suelo, cuando se levanta, Eduard ya no está. Una luz se acerca a
él, parece el mayordomo de la finca, -
ojalá puedas encontrar la vía Eduard (susurra Daniel), y sigue corriendo
hacia la vía. Pedro y Camila llegan a su carro; - ¿y
Eduard? (Camila), - vi que Dani se lo
llevó, ¡todo bien! (Pedro), así que arrancan rápidamente, lo mismo que
Daniel, María y Martín… sin Eduard. Después de unos minutos se reúnen nuevamente
en el batallón; primero llegan Pedro y Camila, y luego Daniel, María y Martín.
Antes que parqueen los últimos; - díganme
que Eduard viene acá (Pedro). Ve al interior del carro y no lo ve, - jupueta
Eduard, ¿dónde está? ¡Estaba contigo
Daniel! (Pedro), - ustedes lo dejaron
tirado solo allá ¡maricas!, yo
regresé por él pero nos perdimos en algún momento de la corrida (Daniel). - jueputa jueputa jueputa qué vamos a hacer
(Pedro) - llamar a mi mamá gran guevón
(Camila). Son casi las doce de la noche, y está empezando a caer esa niebla
característica de la ciudad.
Pablo y Andrea, los padres de Eduard, Camila y Pedro,
llaman al papá de Piquiña para contarle la situación, después que Camila los
llamara a contarles lo que había sucedido. Pablo le pide permiso al papá de
Piquiña para ir a su finca y buscar a su hijo menor, el papá de Piquiña no solo
acepta sino que se ofrece a ayudarlo. Además de esto Pablo se comunica con el
comandante de la policía de quien es amigo para también pedirle ayuda. El
comandante, a pesar de manifestarle que aún es muy poco tiempo para reportarlo
como desaparecido he iniciar una búsqueda oficial, ofrece dos patrullas y
cuatro policías para ayudarlo.
A la una de la madrugada llegan los padres de Eduard al
batallón, donde aún están los chicos en sus carros. Y una hora más tarde llega
la policía y el papá de Piquiña. Salen todos hacia la finca. Al llegar, el papá
de Piquiña sin contarle nada le pregunta a su mayordomo si ha notado cosas
raras cerca del “guadual” esta noche. - don
Germán sí ha sido una noche muy rara; primero los perros empezaron a ladran
como a las diez, muy raro porque ellos a esa hora ya están dormidos. Luego
sentí unos carros cerca y prendí la luz, pero no hice nada porque yo sé que son
mariguaneros que se vienen a fumar por acá, pero cuando uno les prende la luz
se van los ijueputas. (Los chicos se miran). - Pero luego (continua el mayordomo), la cosa se puso más berraca; ya iban siendo las once, cuando las luces
de la casa, de las lámparas de todo empezaron a apagarse y prenderse muy
ligero, y ese viento empezó a soplar pero duro, y ahí fue que escuché como un
estruendo muy bravo en el “guadual”. Entonces subí, y serían esos mariguaneros,
porque vi gente corriendo por todas partes, y luego dos carros saliendo en pura
por esa carretera pa’bajo. - venga venga, ¿y no vio a un niño de unos doce años
cerca al “guadual” en ese momento? (Pregunta el papá de Piquiña), - no nada patrón. Y eso que después de que ese
estruendo tan verraco parara, yo cogí el machete, la escopeta y con “Rulos”, el
más bravo de todos los perros que tengo acá, me metí a ese ijueputa “guadual”.
Pero más allá de la perdida tan malpardia que me pegué, no vi nada. Bueno lo
que sí vi, es que ese marica “guadual” está muy raro don German, y por eso me
perdí; yo no le había visto pues ese montón de “guaduas” gruesas y altas que
tiene ahora, y parejitas todas, parece que las hubieran plantado con regla una
tras otra, y además tiene y una maleza muy espesa entre guadua y guadua, muy
raro Patrón.
Mientras el mayordomo de la finca contaba lo sucedido a
su patrón; atrás, los demás estaban recibiendo la situación de diferente
manera; los chicos conocían la versión desde otro plano; Pablo y Andrea
escuchaban expectantes, con mucha atención; y los policías murmuraban
entre ellos. Cuando el mayordomo, terminó todos subieron hasta el
“guadual” y empezaron a buscar y buscar… Buscaron cualquier pista cualquier
cosa que les ayudara a tener una idea de qué fue lo que le pasó a Eduard; si
alguien se lo llevó o si simplemente se perdido sin dejar rastro; gritan su
nombre repetidamente. La noche aún se mantiene.
Después de dos horas cuando la luz del día se empezaba a
filtrar por el cielo, los policías deciden realizar una búsqueda más técnica
con especialistas, por lo cual acordonan la zona circunvecina al “guadual”. Entre
esto y en medio de su búsqueda, Pablo encuentra las drogas que había tirado
María en su huida, mira a su esposa y al papá de Piquiña, pero principalmente a
los chicos. Andrea les pregunta a los chicos a qué habían venido al lugar,
ellos le cuentan todo menos el motivo principal, las drogas; Pablo parece no
creerles toda la historia. Los policías le dicen a Pablo que se vaya para la
casa con su esposa, que el equipo de búsqueda está en camino, que duerman un
poco que ellos se encargaran de la situación y que lo mantendrán informado.
Pablo, con las lágrimas desesperadas en sus ojos, como nunca había estado, se
va con su esposa Andrea quien ni puede pararse de una piedra al lado del
“Guadual”. – vamos Andre, ellos nos van a
estar informando, tenemos que dormir un poco para aprovechar el día y buscarlo (Pablo). Todos menos la policía se van del lugar.
Después que la policía ha barrido la zona en un perímetro
de dos kilómetros a partir del “guadual”, entre las nueve de la de mañana encuentran
el cuerpo sin vida de un niño, al parecer de la misma edad de Eduard. Está
enterrado parcialmente al lado de un árbol, no muy lejos del “guadual”. A las
diez de la mañana la policía se comunica con el abogado Pablo para informarle y
además solicitarle que vaya lo más pronto para identificar el cuerpo.
Después de la noticia, Pablo sin hablar con su esposa
sale en pijama corriendo desde su casa hacia la finca de Germán. Su esposa sale
en el carro para alcanzarlo y preguntarle qué ha pasado. Cuando lo alcanza
Pablo le dice que encontraron el cuerpo de Eduard y le pidieron que fuera para
reconocerlo y hacer el respectivo levantamiento del cadáver. Andrea toma la
noticia más tranquila, parece no creerlo. Cuando llegan nuevamente al lugar,
Germán el papá de Piquiña está al lado del árbol donde yace el cuerpo. – Pablo realmente lo siento mucho
(Germán llorando). Mientras German abraza a Pablo, Andrea se inclina para
reconocer el cuerpo; nota que no es su pantalón, así que quita el poco de
tierra que cubre su cara; - Pablo este no
es Eduard (Andrea).