jueves, 1 de julio de 2021

Humano Natural

 

Desde que llegué a su casa, Juan siempre ha estado conmigo. En la mañana me levanto con él y lo acompaño al baño a echarse ese mismo líquido que tomo para acompañar mi comida, luego se viste y se sienta a comer los mismos huevos con el mismo pan y el otro líquido horrible amarillo; mientras tanto está viendo esa pantalla y yo le veo desde el sofá. Después se sienta en su escritorio y sigue viendo la pantalla, ahora con sus gafas, parece más interesante. Se para aproximadamente cada 30 minutos para ir al baño, yo lo sigo y le muerdo suavemente los pies a ver si juega conmigo, pero siempre está corriendo, a veces se lleva la pantalla para el baño, que cosa tan jodida. Luego llega el almuerzo, lo prepara mientras sigue viendo la puta pantalla, yo busco robarle algo de lo que cocina, se ve todo tan rico. Entonces me encierra en el cuarto y decidido con dignidad comer de mi plato. Logro ver por una rendija de la puerta y le digo; -no sea marica Juan déjeme salir-, golpeo la puerta y entonces me libera. Cuando está listo su almuerzo se sienta en el sofá con su plato en la mano, en el piso pone otro de sus líquidos raros siempre de colores diferentes, me dan tanta desconfianza esos, él dice jugos. Entonces cuando creo que al fin va compartir conmigo aquella vista hermosa de la ventana de la sala mientras come, trae la “fucking” pantalla, la pone en la silla del escritorio y se ríe como bobo, embutido y sin sus gafas, ahora no se ve tan interesante. 

Después de esto, se echa unos 20 minutos en el mismo sofá parece que duerme; tal vez está pensando en la pantalla, me acuesto a su lado. Luego se para de un salto y vuelve a la pantalla hasta las siete u ocho de la noche… lo he visto quedarse hasta las 12 de la noche con ella, que loco.  

Cuando veo que se pone aquella ropa chistosa, sé que al fin se va a acostar. Después que se cubre con la cobijita verde, me pongo en sus piernas, me alargo, me estiro y le miro: me soba la cabeza, me coge las orejas y me dice cosas que no entiendo. Esto me hace dar sueño y creo que a él también; ahora ve la pantalla más pequeña, la que guarda en su bolsillo. Antes que mis ojos se cierren por completo le veo a los suyos, evito, evito cerrar, pero me vence el sueño, ha sido un día largo. La cobijita verde es tan calientica y sus piernas muy cómodas.

Las preguntas por la pantalla me detienen un poco el sueño. Con los ojos cerrados pienso pienso… antes de quedare dormido; por qué será tan raro; qué es lo que es puta pantalla tiene o le da, por qué no se hecha conmigo al sol en las mañanas, o por qué no se queda relajado en ese lugar donde sale el líquido parecido al que tomo, por qué no juega conmigo todo el día o me ayuda a cazar los mosquitos de la ventana… me cae bien Juan pero es un loco raro, me pregunto por qué hace siempre lo mismo, siempre en su escritorio en esa pantalla; a veces se ve enojado otras hablando solo, otras se ríe.

Ayer me salí por la ventana de la sala y caminé por el marco hasta la ventana del 204, donde vive Pedro. Él estaba allí tomando el sol delicioso de la mañana; echamos chisme un rato y entre esto terminamos filosofando, a veces nos da por ahí. Le pregunté si Juana, su dueña, era natural… me respondió, - ¿cómo natural?

 - Sí, que no se la pasa al frente de una pantalla todo el día.

 - Ah eso…, eso es justamente lo natural en ellos compadre, al menos en los últimos años.

 

 - Ese Pedro sí que sabe de cosas-, pensé y me dormí.