jueves, 25 de febrero de 2021

La Montaña

Interpretó el momento para salir, había necesidad de hacerlo. Era necesidad de correr, de dejar, de huir, de Ser. Una necesidad que venía gritándole en las noches en las calles, en los amaneceres.

Seis de la mañana el balcón; en frente suyo la enorme pared de siempre, verde y fresca; huele a agua, - ¿a qué huele el agua? A agua, tú siempre con ese afán de teorizar todo, de meter y de encasillar -.

Respira y se toma un trago, ¡delicioso!, a esta hora de la ‘noche’ está en su punto. Entonces se da una “pitada”, - ¡Pitada, esa palabra no existe! Pero se usa… entonces existe -.

El cigarrillo está apagado, lo ha estado desde las cuatro de la mañana, es la ansiedad que le produce tratar de entenderla; esto ha sido su vida en los últimos años.

Le ve con cariño, el Sol empieza a acariciarle un lado, a la vez que las Nubes en su retirada empiezan a desnudarle el otro, entonces ese olor a agua se intensifica y el respiro se vuelve hondo; la extrañará. Pero ahora solo quiere pasarle por encima, dejarla olvidarla, lanzarse a conocer lo que hay tras de ella, lo necesita.

Ha sido su casa; lo verde, lo alto, lo majestuoso, lo fresco, lo mismo; la repetición, el desasosiego, la aterradora quietud de lo inmóvil. Es su casa… también su cárcel.  

Talvez pueda entenderla, cuando no esté cuando no lo tenga. Entonces va a huir inmediatamente después que pase este momento; así la quietud, la repetición, el desasosiego no estarán más, en Su Montaña.  

viernes, 12 de febrero de 2021

Lo Nuevo

El camino a su universidad no era corto, sin embargo había la posibilidad de tomar el Subte, ir en Bicicleta, o tomar el 37 en la parada que estaba a dos cuadras de su casa. Pero “a veces” le gustaba caminar una o dos paradas más para aprovechar el sol, y porque en casi todos estos “a veces”, se encontraba con Laura y caminaban una dos o tres o cuatro o cinco paradas más hasta que, llegaban a su Universidad. Entonces, conversaban sobre las clases, los sonidos de la ciudad, nueva música y sus planes para el fin de semana. Pero un día, no se pudo ir más a la universidad y estas caminatas, desaparecieron.

Unos meses después, y extrañando aquellas caminatas, Laura y Daniel se encontraron en el Bar de Roberto. Este era un lugar siempre lleno de jóvenes y viejos, que departían al son de unos vinos o unas cervezas, esperando el momento en que Carlos y Roberto subieran con sus gastadas guitarras a ofrecer sus melancólicas melodías. Pero ahora no estaba lleno, solo estaban unos pocos, jóvenes, muchas mesas vacías, y Roberto y Carlos no iban a subirse porque, lo nuevo les había ganado la libertad.

 -Esto es lo nuevo Daniel. ¿Crees que haya alguna relación entre el tiempo y lo nuevo?

 -No lo sé, pero déjame mentir diciendo… que cada cosa que pasa desde el mismo momento en que somos gestados, hace parte de nosotros; algunas cosas están escondidas y solo cuando es el momento se “desocultan”, mostrándonos de la manera más violenta algo que también somos, algo que simplemente estaba allí. Pero, la sucesión de acontecimientos que ha dado como resultado la nueva faceta, la nueva perspectiva, la nueva realidad, la nueva situación; es simplemente puro pasado. Un proceso de cambio inevitable que los días transportaron hasta hoy sobre una vía con gran flujo de sucesos incontrolables, que fueron siendo de la manera que simplemente tenían que ser. Talvez, haya otra menara de lo nuevo, otra cara de su rostro otra forma de verle, de pronto en este mismo momento. Pero si existiera, cómo podríamos saber que lo hace más allá de nuestros delirios.

-Muy lindo todo esto amigo querido, pero me suena a que copiaste los conceptos de Aristóteles, San Agustín y quizás Kant sobre el tiempo, y traste de construir una suerte de poesía con mucha prisa, sobre la relación que puede haber entre el tiempo y lo nuevo. Mejor tómate ese vino y vámonos a dormir que el bar en poco cierra, por lo nuevo.

Esa noche muy tarde, el celular de Daniel sonó por un mensaje de Laura...

-Creo que toda esta situación, aunque desconocida y muy azarosa, no deja de ser el resultado necesario de nuestras acciones; piénsalo en conjunto o en cada individuo. Y sea malo o bueno, es tan nuestro como nuestras piernas, con las cuales hemos caminando hace miles de años, siempre hacia donde hemos querido ir.