Mi Abuelo
me regaló una guitarra azul de plástico a los seis años, y la primera vez que
se le reventaron las cuerdas le puso unas de cáñamo “que eran más finas”, para
que pudiera seguir “surrungeandola”. Esa Guitarrita se embolató en un trasteo
porque “nos la pasábamos de un lado para el otro”, después que mi Papá perdió
lo que iba a ser la casa de la familia; el pobre se quedó sin trabajo, “quien
sabe por qué”, y se atrasó en varias cuotas del crédito. Ni idea cómo fue el
negocio, pero el Banco salió ganando, perdimos la plata de las cuotas pagadas,
quedamos sin casa, y sin trabajo. Entonces tuvimos que ir a vivir a un cuarto
en la casa de los Abuelitos, a mi Mamá le tocó trabajar, y yo me quedaba con
ellos, a veces jugando. Allá estuvimos hasta que un día, jugando con
“Estralandia”, quemé los muebles de la Sala prendiendo las antorchas de un Castillo
que había armado, sobre ellos. Esas fichas se prendieron como culebra navideña
y los muebles… tocó cambiarlos.
De ahí
fuimos a vivir a “donde el Tío”; un pequeño Apartamento en la segunda planta de
un improvisado edificio de tres pisos que el Tío de mi Papá había acabado de
construir “para negocio”, al lado de la casa donde vivió toda su vida. Allí,
empecé a ver los Súper Campeones con un amiguito que conseguí a “la vuelta”; se
llamaba Andrés y vivía con su Mamá pero casi no la veía porque ella siempre
estaba trabajando en algún lado. Por esto venía mucho a mi casa, y no solo para
ver a Oliver y a Tom, -los Súper Campeones-, sino también para jugar al mundo
que nos inventáramos cada día. Cuando necesitábamos más espacio, íbamos a su
casa porque era muy grande y había mucha madera y miles de cositas varias
perfectas para las fantasías de nuestros mundos. Su casa estaba a medio
construir, su Papá había muerto antes de terminarla y su Mamá hizo lo que pudo,
hasta que tuvo que empezar a trabajar para sostener lo que quedó del hogar.
Los
sábados por la noche, íbamos a jugar microfútbol con otros amigos del barrio en
la cancha del “Gerardo”, -pero solo los sábados que “celaba” don Germán, porque
era el único de los vigilantes del Colegio que nos dejaba entrar a jugar a la Cancha,
no había más canchas en el barrio-. En estos juegos, Andrés y yo siempre
estábamos en el mismo equipo; entonces él se convertía en Oliver Atom, y yo en
Tom Misaki.
El señor
Ishiro Misaki era el Papá de Tom, y era un talentoso pintor que viajaba de
pueblo en pueblo buscando la mejor opción para ganarse la vida con su arte. Por
esto, Tom no permanecía mucho en un lugar, cuando ya se estaba adaptando, se
tenía que mudar con su Padre para tomar una nueva oferta de trabajo.
Andrés un
día fue tocar a mi casa como era costumbre, y la hija del Tío le gritó desde
arriba; “deje de timbrar yo no viven ahí”.
Ni siquiera me despedí, ni siquiera hicimos un juego final, lo cual es algo que
hoy aún me duele; Oliver había quedado sin Tom y yo sin “Rafael”, -Escalona-,
bueno esa es otra historia. Muchos años después supe que Andrés le puso mi
nombre a su primogénito en homenaje a aquellos años de fantasías y libertades
en donde la “Emperatriz Infantil” pudo haberse salvado. En ese momento empecé a
pensar que mi relación con Tom Misaki no se había quedaba solo en la pantalla
del Televisor, sino que de alguna manera haber invocado su nombre en los juegos
de microfútbol, había hecho que tuviera que vivir su misma situación; de una
Casa a otra de un Barrio a otro, por la inestabilidad económica de mi Padre,
que aunque no era pintor, sí que era un artista en el arte de vivir “más
colgado que chorizo de tienda”, como decía.
Sin
embargo mi Padre logró, aunque muy mala, darnos alguna educación… la que había
la que podía la que conocía, la que tocaba. En los colegios donde estudié me
ensañaron que había que ser futbolista para salir adelante; entonces entré la Universidad
sin saber leer ni escribir; pero conocía todo de la selección alemana de Lothar
Matthäus y klinsmann, la de los noventa, ¡y claro! el América de Cali; el del
Pitufo, el Palomo, Fredy Rincón, y los hermanos Orejuela. Yo no era tan malo
para jugar, fui defensa lateral del equipo del Colegio y un día algo muy duro
llamado “Mikaza” golpeó mi cabeza y don Orlando, el entrenador, gritó Gol. A
pesar de esto, lo dejé por el Baloncesto porque quería ser más alto. No mucho
después, un veinticuatro de diciembre a las doce de la noche llegó Super Mario
World y me volví un ermitaño de mi cuarto, luego llegó el Play Station y ya no
dormía. Por la gracia divina una noche salí a tomar algún “Tequimón” en la
esquina del barrio, y un vecino sacó una guitarra y tocó “Solo” de “Ekimosis”.
Vendí el Play Station me bebí la plata y empecé a tocar con un “palo de
guitarra” que mi Papá tenía guardada en el chifonier. Bajaba las “tablaturas”
del Windows 98 de su oficina… en la que luego trabajaría como mensajero, y me
“sacaría a crédito” mi primera Guitarra eléctrica; -venía con un Amplificador
de quince una Riata juego de cuerdas y una Pajuela-, todavía la tengo.
Entré a
estudiar Filosofía y Letras porque buscaba mejorar las letras de mis canciones,
quería que fueran más “profundas”. Para ese entonces ya llevaba algo más de
cuatro años tocando guitarra y unos dos intentando componer. Me había presentado
una vez al Conservatorio, pero no había pasado ni del primer filtro; no sabía
nada, muy lógico porque a eso iba. Había tocado con dos bandas de Black Metal y
ensayaba todos los miércoles en “Salomón Bar” a las cuatro de la tarde; el
administrador de este Bar estaba montando banda “Popera” para llenar estadios.
Tocábamos “covers” de La Oreja de Van Gogh, también Mujer Amante de Rata Blanca
-esa era mía-, y algunas canciones que él había compuesto. Aparte, mi abuelita
me pagaba clases de guitarra con un viejito que estaba enamorado de ella, por
esto eran muy baratas. Con este viejito, muy amable y paciente, aprendí “todo
lo que es”: Mama Vieja, El Aguacate, Pueblito Viejo, Las Acacías… “ya no
vive nadie en ella”.
Así que
de Letras, solo las de las canciones, y de Filosofía absolutamente nada, ni
siquiera el de Sofía, el Mundo; no lo habíamos leído en el colegio, ni siquiera
lo habíamos dimensionado; el Mundo. “Semestralizar”, una palabra que conocí por
un Primo, se volvió la mejor salida para liberarme de esa mierda que era el
colegio, y “de una vez”. Entonces semestralicé decimo y once en un “Hueco”, no
era el nombre, así le decían a los colegios muy malos, como a los bares buenos
les dicen “Chochales”. Yo estaba harto de los colegios; como decía Foucault, “no hay diferencia entre una cárcel, un
manicomio y un colegio”… creo que por ahí va la cosa, en todo caso; “la idea es esa”. De ahí salí sabiendo
más de “Metallica” que de Trigonometría, y Cálculo no lo alcanzamos a ver, por
suerte.
Gracias a
la gloriosa Universidad de Caldas mejoré en la lectura y algo en la escritura,
ella me presentó el Festival de Teatro, y en una obra de “Matacandelas” llamada
“Velada Metafísica” sentí un calorcito en el pecho. Después entendí a Fito
cuando decía que el Rockandroll era muy ingenuo. Sin embargo, yo seguía con la
bandita de Rock que por esos años tenía, nos iba muy bien no solo en nuestra
pequeña Ciudad sino en la región; tomábamos gratis, ganábamos plática y nos
entrevistaban por Radio y Televisión. Aun cuando no tocaba, me iba bien porque
salía de fiesta con dos mil pesos y muchas veces llegaba a los tres días a mi Casa,
con los mismos dos mil pesos. Ya en “decimo semestre” de los nueve que tenía mi
carrera Filosofía y Letras, un compañero caleño me dijo; “ve, me voy para
Buenos Aires a la UBA a seguir una Maestría en Literatura Hispanoamericana y
Española, y ¿vos qué vas a hacer?”. Yo quería terminar y seguir
Rockandrollienado, pero quería más, quería brincarme aquellas montañas que
rodeaban mi pequeña ciudad. Así que lo de Buenos Aires “me sonó mucho”; -
“¿cómo es la cosa?” le pregunté: -“Breve, pues yo voy a pedir un crédito
con el ICETEX, y después tocaría pasar la entrevista de admisión a la
Maestría”. No sé cómo pasé esa
entrevista, y lo del crédito fue realmente fácil; acá “lo clavan a uno” el día
que se deje. Él me dijo después que no le aprobaron el crédito; pero
siempre he creído que el “hijueputa” nunca lo pidió porque se dio cuenta de la
cagada que se iba a tirar… yo me tardé pagando diez años, pagué tres o cuatro
veces más de lo que presenté, y así me despedí por la ventana de atrás del
mundo crediticio colombiano.
De la
maestría, aprendí más de mis compañeros que de las clases; de las noches en
algún Departamento tomando Fernet con Coca y bailando Cumbias, Afrobeat o
alguna Chacarera, que de los profesores de Puán. Aunque todos tan ilustres y
omniscientes de sus mudos, la cagada fue que yo estaba buscando era ser un
Rockstar, así que a las clases iba solo a buscar fiesta y con quien tocar, por
suerte eran en la noche. A pesar de esto, me acuerdo de algunas crónicas de
indias, como la del Hans Staden que logró sobrevivir a los Tupinambá, o la del
loco de Aguirre y el Dorado, o las historias doradas del “Lazarillo de Tormes”
y las maravillosas de “El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha” con
Juan Diego Vila, o las métricas perfectas de Pedro Calderón de la Barca, El
Inca Garcilaso de la Vega o las del muy famoso don Lope de Vega, con la siempre
conservadora pero obsoletamente eminente; doña Melchora Romanos.
Por esos
tiempos conocí a Fela Kuti y su maravillosa “Trouble Sleep Yanga Wake Am;
saliendo de una fiesta en Scalabrini Ortiz en Primavera a las seis de la mañana,
caminando junto a él…caminar porque no quieres dejar de percibir esa calles de
árboles coloridos entre el sonido que producen los frenos de aire de los Buses
porteños, con esta sensación de aún estar borracho pero a la vez tan presente.
Antes habías sacado tus audífonos de algún lado, y elevaste una oración de
agradecimiento por no haberlos perdido entre las aventuras de la noche, los habías
conectas al Mp3 chino que trajiste de Colombia, Fela Kuti; de las experiencias
más sublimes que me he regalado.
Ese Mp3
me lo robaron entre La Macarena y La Perseverancia en Bogotá un sábado muy temprano
después de salir de la casa de amiga, iba con ella, a la pobre le robaron el
computador con el que trabajaba; le grité a unos de los “Hijueputas”; ¡la Cédula!, y “Malpalirdo” me la tiró.
El resto se perdió, afortunadamente no tenía peso en la billetera y tampoco en
la tarjeta debito que había acabado de sacar, en ese momento llevaba un año o
poco más en Bogotá. De Buenos Aires regresé sin terminar la Maestría y con la
deuda del ICETEX multiplicada; mi Papá estaba muy enfermo de un cáncer que
finalmente lo llevó a la muerte en dos mil trece, y quería venir a ayudar, en
algo, pero fue poco lo que hice. También quise volver porque me enamoré de una
Chica teatrera que vivía en Bogotá, llegué a vivir a su casa, fue un desastre;
un día me echó a las dos de la mañana con todas mis cositas, por suerte solo
eran un morral y una Laptop. Por suerte una amiga de Manizales me recibió en su
Apartamento, a esa hora y era viernes, al parecer estaba en una cita romántica
con un compañero del trabajo, el Guevón me odió, con justos motivos.
Ya había
trabajado unos meses en Manizales en un pre-universitario dando clases de
Filosofía pero salí corriendo porque me saturaba estar allí, conocía cada
esquina y en cada calle tenía una historia, todas recuerdos que quería borrar, no
por nada había ya salido corriendo de allí. Por suerte una amiga de la Maestría
me ayudó a conseguir un trabajo en una editorial en Bogotá, pero pagaban muy
mal, y había que trabajar mucho; recuerdo en un “Cierre Editorial” haber
trabajado todo un día y todo una noche, hasta las ocho de la mañana. Sin
embargo no renuncié, y me aguanté hasta que terminó el contrato, después de eso
sí que me atrasé con las cuotas del ICETEX, no lo graba conseguir trabajo,
talvez porque no quería saber más de la Corrección de Estilo, lo que me había
dado la “Papita” por esas épocas.
Al verme
en esta situación me Mamá le pidió ayuda a una de sus Hermanas, que habló con uno
de sus hijos; el Exitoso, que siempre había tenido una empresa en la cual había
trabajado también mi Papá y yo, de mensajero, con ese trabajo me compré aquella
guitarrita. La empresa había progresado y ahora estaba en Bogotá, y había hecho
un Consorcio con otra empresa, y allí me mandaron a trabajar. Me tocaba revisar
unos documentos muy largos, algunos tenían más de mil páginas, bueno más que
revisar era editar, se trataba de ponerlos en el formato que el cliente necesitaba;
ni leía, solo editaba tablas, gráficos y fotos, y el texto solo justificar, además
de esto me tocaba hacer otras cosas, como en una Fotocopiadora; saque pegue e
imprima. Pero me pagaban el doble y más que en todas las editoriales que había
trabajado, y me dieron un contrato con todas las prestaciones de ley. Allí
estuve un año, hasta que una Jefe revisó mi Hoja de Vida y pensó talvez que
podría hacer parte de la elaboración de los estudios en la parte Social. Estos largos
documentos eran estudios ambientales que analizaban lo Biótico y Abiótico y
Socioeconómico de áreas donde proyectos de Hidrocarburos e Infraestructura
podrían llevarse a acabo; eran estudios necesarios para obtener una licencia
ambiental. Entonces empecé a viajar y viajar por gran parte del País, a conocer
lugares que fuera de este trabajo nunca hubiera podido conocer, a visitar
personas en situaciones sociales muy complicadas, realidades tan alejadas a las
que había vivido hasta aquel momento.
Entre
todo esto, siempre seguí haciendo música, pero cada vez más alejado de esta
idea de Rockandroll. Talvez conocer tantas personas y lugares tan distintos me
cambió el foco, algo que ni Buenos Aires ni la maestría lograron hacer. Tenía
que dividir mi tiempo entre mi Música, trabajar para los demonios con todo y
viajes, y hacer un programa de Música para una radio argentina. Aunque no me
pagaban un centavo hice este programa durante cinco años; me interesaba ese
momento íntimo que se abría con los músicos famosos o emergentes. En estas
entrevistas conocí a una Chica maravillosa que cantaba en una banda, eran muy
buenos y les iba muy bien en Bogotá, pero ella se conectaba más con la
actuación, y finalmente dejó la música. Nos volvimos Novios, me enseñó muchas
cosas, ella y su familia que me acogió con mucho calor. Un día me preguntó por
qué no estudiaba Música; inicialmente me pareció una locura porque ya había
pasado mi época universitaria, tenía que trabajar con los demonios para vivir,
y ninguna universidad me daría crédito ya que le debía al ICETEX mi alma. Sin
embargo entré a una academia técnica para locutores, que podía pagar con lo que
ganaba con los demonios, quería que mi programa de Radio fuera mucho mejor,
pero solo estuve un semestre allí porque decidí a fin aplicar a una beca para
estudiar Música, y sorprendentemente la gané. Nunca había ganado algo así, era
un vago del Rockandroll; pero parece que aprendí cosas nuevas trabajando con
estos Estudios; donde también había que presentar documentos con requerimientos
muy específicos, como en la convocatoria para la beca.
Después
de la bandita aquella de las noches de Rockandroll, seguí en solitario, también
porque después de ellos no aguantaba un Ego más que el mío. Primero, armé un proyecto
en Manizales que se llamó Ruta 33. Grababa los Demos en un “Cool Edit” que un
amigo me había regalado en un CD quemado; las Baterías las secuenciaba en “Guitar
Pro” y exportaba el archivo a Mp3, todo en un “Campaq Deskpro Windows 98”
heredado de la oficina de mi Primo que ya se había ido para Bogotá. Ya en
Buenos Aires, un amigo boliviano estaba por terminar Ingeniería de Sonido y
como proyecto de grado tenía que grabar a una banda; maravillosamente me
escogió. Por él me enteré de la EMBA Escuela de Música de Buenos Aires, y tomé
un curso de Ableton Live. De regreso en Bogotá seguí grabando mis canciones en Ableton
además del programa de Radio, y aún sigo teniendo una relación muy cercana con
este Software.
Los
demonios me fueron ascendiendo y empecé a ganar más dinero, compré una moto y grabé
por primera vez en Estudio. El primer EP que hice lo llamé “Sin Música no
bailan las escobas”, de él saqué como quinientas copias, de las que aún
conservo unas cuatrocientas, o más. Cuando fui a encargar el tiraje de los CDs,
porque no quería que quemarlos en algún computador de un amigo, llegué a un
lugar donde cada día que pasaba parecía quitarle los pocos que le quedaban.
Aunque corría ya por esos días la década del años dos mil diez, esta lugar
parecía en los ochenta; por sus calculadoras, por los posa lapiceros y hasta
por la ropa de la señora, -un día una sexy asistente-, que me atendió. Había
llegado la época digital, y ellos tanto como yo no nos habíamos dado cuenta.
Después de
eso grabé solo un Single, creía que invirtiendo todo el dinero en un estudio
mucho más ‘Profesional’ iba pasar algo más de lo que pasó con el EP, pero
tampoco pasó nada, al menos lo que yo quería que pasara. Entonces decidí volver
a mi Ableton, y grabé otro Single. Ya corría el año dos mil diez y ocho; fue
una muy linda experiencia, mi novia de esas épocas, -la chica de esta banda-,
me ayudó a grabar la voz, trabajar con ella me hizo pensar que talvez se podía
construir algo lindo y mutuo en el arte, pero terminamos ese mismo año. Luego
empecé a estudiar música y no tuve más tiempo, tenía que trabajar con los
demonios y sostener mi Beca con muy buenas calificaciones, así que en estas dos
cosas se iba toda mi energía. Sin embargo antes de graduarme, y también para el
proyecto de grado de un compañero, grabamos un nuevo Single, se llamó “Historia
Sin Fin”; lo hicimos entre el estudio de la Escuela y otro estudio. Lo mejor
fue que todo me salió gratis porque era el proceso del trabajo de grado de este
compañero, de otro modo no hubiera podido pagar cada segundo que costaban estos
Estudios.
Se ha
pasado el tiempo, tengo diez años de experiencia trabajando con los demonios,
con estos y los otros, pero ahora empiezo a desvincularme de ellos. Estoy en un
proyecto de ir a vivir a Frankfurt y claro, sigo haciendo música, voy a sacar
un Disco de ocho canciones. Lo he hecho todo en mi Ableton, -el mismo de
siempre versión Nueve-, lo he trabajado en mucha soledad en entre la sala de mi
casa con mi gatica y el baño (allí es donde grabo por el ruido de la avenida
que tengo al lado), todo muy artesanal, tomando de aquí y de allá.
Estoy
hace cuatro meses en esto, espero terminar el próximo mes.