jueves, 17 de julio de 2014

La música y el hombre de letras (Aaron Copland)


El hombre de letras y el arte de la música: tema para un ensayo. Desde que vía Ezra Pound dar vuelta las páginas de la música que ejecutó George Antheil en un concierto efectuado en el París del año 1920, he tratado de resolver el significado de la música para el hombre de letras. En primer lugar, cuando se dedica a ella en alguna medida, lo cual no sucede muy frecuentemente -, rara vez es capaz de escucharla por sí mismo. No se trata de que vea en ella imágenes literarias, como podría suponerse, o que lea en la música significados que no posee, sino de que contadas veces sentirse cómodo ante ella.

De algún modo curioso se le escapa. Confrontados con el sonido de la música, todos nos engañamos respecto de su naturaleza precisa, y reaccionamos de manera distinta ante ese misterio. El médico posee una holgada familiaridad con ella, y la emplea a menudo como medio de volver rápidamente al mundo de la salud; el matemático la mira como una prueba sonora de verdades ocultas todavía por descubrirse; el sacerdote la utiliza como una asistente en la obra del Señor... Pero, en su mayoría, los hombres de letras parecen sentirse incómodos ante ella, y cuando enhebra dos palabras para caracterizar una experiencia musical, casi seguro es que una de ellas resulta equivocada, Si emplea un adjetivo para describir una flauta, es casi indudable que será el que un músico nunca lo relacionaría con ese instrumento.

He aquí una cita reciente de la carta de un dramaturgo: ¨ Si hay música incidental en la obra, debe cantar a través de los instrumentos románticos y abjurar delmetal y del timbal (!) ¨, Por un G.B.S., un Proust o un Mann existen docenas de grandes hombres de letras que raramente se aventuran – si es que alguna vez lo hacen - a mencionar la música en la extensión y el aliento de su obra. Estos son los prudentes; los otros, saltando – con cautela en medio de las notas, probablemente caen de cara al suelo.


Son éstos los que me intrigan y me despiertan una benigna y secreta simpatía.

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Aaron Copland. Los placeres de la música. Versión online en Ealeph.com

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